El año pasado comenzó a habitarse y trabajar en silencio. Ahora, empezando el 2021, cuenta de aperturas, cambios, productos y construcciones que van dando forma y fuerza a este inédito proyecto. Un enclave de pequeñas fábricas de artes y oficios que, además de revivir un antiguo edificio abandonado, plantea una nueva y atractiva convivencia laboral en pos de dar valor a lo hecho a mano.
El portón de metal azul, grafiteado y descaradamente urbano de Franklin 741 es la antesala perfecta para la sorpresota que hay detrás. Es como un mural que no avisa nada, que se pierde entre el bullicio de tiendas y puestos de fruta con lápices, enchufes, mascarillas y un eterno etecé, que susurra un “espérate”. Justamente lo que le pasó a todo el proyecto durante el 2020 y lo que hoy, manejando la contingencia, empieza a transformarse por etapas y de manera orgánica. Si bien todavía hay que entrar tocando la puerta, se están apurando trámites para abrir sin restricciones.